Paul Cézanne
Pintor francés. Comenzó sus estudios en el colegio Bourbon de su ciudad natal. Prosiguió en la escuela de dibujo y posteriormente se matriculó, por influencia paterna, en la facultad de derecho, aunque pronto comprendió que su verdadera vocación era la pintura. Instaló su primer estudio en la casa de campo de su padre, hasta 1861. Se inscribió en la Academia Suiza para preparar el examen de ingreso en la de Bellas Artes.
Sintiéndose incapaz de pintar, regresó a Aix y aceptó un empleo en el banco de su padre, pero en 1862 decidió volver a París para consagrarse definitivamente a la pintura. Allí reanudó su amistad con Zola y continuó sus estudios en la Academia Suiza, donde conoció a Guillaumin y a Pissarro. Gracias al contacto con este último, Cézanne daría un giro radical en su estilo, desligándose de toda norma académica y de la paleta sombría y fuertemente empastada que le caracterizaba.
Se convenció de la importancia de pintar al aire libre, y, tras volver nuevamente a París en 1872, realizó una colección de paisajes en Louveciennes junto a Pissarro y otros artistas que inauguraron su denominado «período impresionista». En 1878 se estableció casi permanentemente en Provenza, alcanzando progresivamente la madurez expresiva que iba a configurar uno de los estilos más representativos e influyentes del arte del siglo XX.
El primer Salón de Otoño de 1904 le dedicó una sala de forma exclusiva, en lo que sería un acontecimiento fundamental para el devenir de las primeras vanguardias y una especie de reconocimiento casi póstumo, pues el artista moriría apenas dos años después. Dicha exposición confirmó a Cézanne como el padre de cubistas y fauvistas, y ejerció un gran impacto sobre artistas como Picasso, Braque o Derain.
Obras:
Les joueurs de cartes
Le panier de pommes
Les Grandes Baigneuses
Tolouse-Lautrec
Pintor neoimpresionista, nació en Albi en 1864. Fue miembro de una familia aristocrática francesa.
La deformidad debido a fracturas que no sanaron bien tuvo una fuente constante de infelicidad y amargura para Toulouse, le llevó al agudo alcoholismo que será la causa de su temprana muerte.
Desde su niñez mostró gran afición por el dibujo, especialmente de animales, por lo que sus padres le pusieron un profesor, René Princeteau, quien le aconsejó inscribirse en el estudio del pintor académico León Bonnat. Más tarde, en 1883, entró en la academia privada de Cormon, donde coincide con Emile Bernard y Vicent van Gogh. Finalmente, abandona el estudio de Cormon e instala su propio estudio en el corazón de Montmartre, en el mismo edificio en el que trabaja Degas.
Apenas practicó el paisaje, se decantó por los seres vivos, sobre todo por la figura humana en movimiento. Hace un uso expresivo y no sólo descriptivo del dibujo. Tiene una gran capacidad para captar la psicología de sus personajes, seres humanos en movimiento, gestos individualizados, bailes, etc.
En 1889 se inaugura en París el Moulin Rouge. La relación del pintor con el "Moulin Rouge" será especial al convertirse en uno de sus mejores clientes. Inmortalizó el local en numerosos carteles en los que figuran las grandes estrellas del cabaret y del cancán, aunque las más habituales fueron Jane Avril, Yvette Guilbert y sobre todo Louise Weber, llamada "La Goulue". Para todas ellas realizó una fantástica serie de carteles utilizando la litografía en colores. Los dos últimos años de su vida suponen un sorprendente cambio de estilo hacia una paleta más oscura y empastada.
Obras
La Blanchisseuse
Moulin Rouge: La Goulue
Dressage des nouvelles par Valentin-le-Désossé
Amedeo Modigliani
Pintor italiano. Nació el 12 de julio de 1884 en Livorno, en el seno de una familia judía de pequeños comerciantes, a causa de su salud precaria hubo de renunciar a una educación convencional, y fue entonces cuando empezó a estudiar pintura en su ciudad natal (en la escuela de Bellas Artes, con Guglielmo Micheli), y posteriormente en las de Florencia y Venecia. En 1906 se trasladó a París, donde frecuentó los círculos artísticos y literarios (fue amigo de Maurice Utrillo y de Pablo Picasso) y recibió notables influencias de Henri de Toulouse-Lautrec, Picasso, Georges Braque y Paul Cézanne. Sus primeras pinturas dejan sentir la influencia de los macchiaioli, pero posteriormente le interesó el movimiento modernista y el de la secesión, además del arte primitivo. En 1908 presentó cinco cuadros en el Salón de los Independientes, entre ellos La judía (colección Alexandre, París).
Al reducir o en ocasiones eliminar el claroscuro, consiguió una solidez en la imagen plana, similar a la escultórica. Aunque fue uno de los maestros del retrato del siglo XX, Modigliani no era un retratista profesional. Tienen sus obras un aire familiar en su elegancia y alargamiento, pero al mismo tiempo reproducen la personalidad del retratado con gran agudeza. Entre sus retratos cabe mencionar los de Kisling, Paul Guillaume, Zborowsky y el de una de su amantes, Beatrice Hastings, titulado Madame Pompadour.
En 1917, minada ya su salud por el alcohol y las drogas, comenzó una serie de desnudos femeninos que se encuentran entre sus mejores obras. Ese mismo año comenzó una relación con la pintora Jeanne Hébuterne, con la que tuvo una hija. Fue también un período brillante para su pintura, que se hizo cada vez más refinada de líneas y delicada de color. Modigliani murió tuberculoso en el Hospital de la Caridad de París, el 24 de enero de 1920.
Desde 1915 hasta 1920, año de su muerte, Modigliani realizó su obra más significativa, constituida mayoritariamente por retratos y desnudos femeninos. Los retratos son a menudo de amigos y personajes conocidos como Max Jacob (1916) o Jacques Lipchitz y su mujer (1917), pero frecuentemente representan a personajes anónimos como La criadita (1916). Sus múltiples desnudos femeninos, como Desnudo rojo con los brazos abiertos (1917, Kunsthaus, Zurich) rebosan una sensualidad lánguida y complacida; la línea que perfila los cuerpos es sutil, melodiosa y elegante; los ojos almendrados de los rostros dotan a las figuras de una mórbida melancolía que recuerda a Botticelli.
Obras:
Desnudo acostado
La Femme à l'éventail
Gitana con niño
Paul Gauguin
Nació en parís, a los tres años sus padres emigran a Perú y durante el viaje muere su padre. Allí vivió junto a su madre cuatro años hasta que deciden regresar a Francia. Se casó con Mette Sophie, una joven danesa de familia acomodada, tuvieron cinco hijos y llevaron una confortable vida burguesa. Hacía poco que se había casado cuando se convirtió en pintor aficionado. Conoció a Pisarro y en 1879 expuso con los impresionistas, participando después en las cuatro últimas exposiciones del grupo. Coleccionó cuadros de Manet, Monet, Renoir y Degas, sus pintores favoritos eran Cézanne y Pisarro, de quienes sus primeras obras presentan claras influencias.
Su carrera financiera quedó interrumpida en 1882 por la crisis bursátil y decide entregarse por completo a la pintura. La penuria económica le hace abandonar París en 1886, refugiándose en Pont-Aven, un pueblecito de Bretaña, donde conoce al pintor Charles Laval. Deseoso de romper con todas sus fatalidades, Gauguin envía a su hijo a Dinamarca y emprende viaje a Panamá junto con su amigo. Esta es su primera incursión en el exotismo, pero una enfermedad le obliga a volver a París en 1887, donde conoce a Van Gogh. Juntos pasarán un tiempo en Arles, pero al no haber entendimiento entre ambos, Gauguin regresa a Bretaña.Contacta con Emile Bernard, quien le adentra en el Sintetismo, que supone un cambio radical con respecto al impresionismo. Le hace partícipe en el uso del color, apostando por las áreas planas sin matizar y remarcando los contornos. Lo que hay que pintar es la idea que elabora el pintor después de su experiencia, quitando lo superfluo y reteniendo la esencia. Así se consigue la síntesis de forma y color.
Gauguin se alejó de la cultura de Occidente y procuró integrarse en la vida local. Se familiarizaría con los indígenas e incluso tomó como compañera a una de ellas, se habituó a sus costumbres y se esforzó por comprender su religión. En el plano artístico, se basó en los elementos del folclore de la isla, observando las cosas que veía e intentando ir más allá de ellas. Su paleta se enriqueció con colores puros y cálidos creando un vocabulario personal y un estilo lleno de simbolismo, cobrando gran fuerza expresiva. La luz pierde importancia a favor de la exaltación del color, principio en que se basa años después el fauvismo. La fascinación de sus cuadros radica en las amplias zonas de colores y en sus figuras grandes, contorneadas de manera nítida. Renuncia a la perspectiva, suprime el modelado y las sombras y la sensación de plano es igual que en las pinturas japonesas.
Obras:
Nafea Faaipoipo
Le Christ jaune
Femme de Tahiti ou sur la plage
Georges Seurat
(París, 1859 - id., 1891) Pintor francés. Ingresó muy joven en el taller de Lehmann, donde aprendió las teorías acerca de la luz y el color inspiradas en el clasicismo de Ingres. Más tarde participó en la fundación del Salón de Artistas Independientes, que agrupaba pintores de nuevas tendencias como el neoimpresionismo o puntillismo, corriente de la que fue el iniciador. Seurat llevó al límite la experiencia impresionista y, en lugar de reproducir los efectos de la luz, empezó a pintar mediante toques aislados y a plasmar las formas reducidas a sus características esenciales. En un lapso de siete años realizó sus cuadros más importantes: Un baño en Asnières (1884), Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte (1886), su obra maestra, y Parada del circo (1888), entre muchas otras. Los aspectos técnicos de su obra influirían en los fauves, y sus rigurosos estudios teóricos, en los cubistas.
Georges Seurat
El estudio científico del color y la sistemática división de las tonalidades cromáticas fueron los principios esenciales que inspiraron la metódica búsqueda de los autodenominados pintores neoimpresionistas o puntillistas. Estos artistas llevaron a sus últimas consecuencias los planteamientos que, de modo más intuitivo, habían desarrollado los impresionistas. Interesado por los avances en el estudio del color (realizados por Eugène Chevreul, Charles Blanc y Oden Rood), Georges Seurat experimentó en torno a fenómenos ópticos, como la descomposición de la luz o el efecto de intensificación de la percepción producido por la presencia simultánea de colores complementarios.
Para poder plasmar la visualización pictórica de estos principios, Georges Seurat realizó una disminución progresiva de la pincelada hasta reducirla a pequeños puntos de colores puros, sin mezclar, que al fundirse en la retina del que contempla el cuadro producen un efecto de gran luminosidad e intensidad cromática. La lectura de los autores citados y sus propias investigaciones con las "mezclas ópticas" lo llevaron a buscar la plasmación de colores secundarios brillantes (por ejemplo, el verde) por medio de colores primarios (azul y amarillo) que no están realmente mezclados sino próximos, de modo que es el ojo humano el que, a cierta distancia, percibe el color buscado. Paul Signac, en su libro De Delacroix al neoimpresionismo, reveló los secretos de esta técnica, que parte del principio de que el color negro no existe en la naturaleza y que, por ello, consigue los tonos grises sin recurrir al mismo. El "puntillismo", designación que no era del agrado de sus creadores, toma el nombre de los puntos y rayas cortas yuxtapuestas que componen la trama de esta pintura.
Las ideas de Seurat fueron seguidas por Signac; ambos se conocieron en el Salón de los Independientes de París del año 1884, lugar en que exponían los pintores aún desconocidos, a los que la Academia Francesa no reconocía suficiente calidad para exponer en la muestra oficial. En 1885 se les unió Camille Pissarro; los tres pintores formaron el núcleo del grupo que sería luego conocido con el nombre de neoimpresionistas o puntillistas. Al igual que los impresionistas, buscaban expresar las calidades esenciales de la luz y el color. Pero a pesar de apuntar a objetivos similares, estos dos movimientos pictóricos se contraponían.
El impresionismo había conferido a la pintura nuevas libertades. Había ensanchado la paleta con tonos frescos, radiantes; se trataba de evadir las convenciones de cualquier escuela, de abolir las inhibiciones a la hora de pintar. Los impresionistas se liberaron del exceso de contemplación y razonamiento constructivista al uso: pretendían captar el momento fugaz, su transitoriedad, sus matices cambiantes. Los puntillistas reaccionaron contra esta fugacidad. En vez de una aproximación instintiva, de unos procedimientos más o menos improvisados, ellos querían encontrar una técnica razonada, normativa, perenne. Seurat había estudiado cuidadosamente a los clásicos (Poussin, Delacroix, Ingres y otros), para conceder finalmente la mayor importancia a la composición: ésta había de ser, según él, meticulosa en extremo. Sus teorías de cómo tenían que situarse los pequeños puntos de color para crear los distintos matices se basaban en los más recientes descubrimientos acerca de la luz y la visión.
La influencia del puntillismo fue amplia, pero de corta duración, pues lo estricto de las reglas chocaba con la sensibilidad propia de cada artista. Además, las ideas en sí mismas eran difíciles de llevar a la práctica y la teoría dejaba muchos problemas sin resolver. Cuando los pequeños puntos no lograban fundirse, producían el mismo efecto que un mosaico. Sin embargo, aun cuando el puntillismo fuera rápidamente abandonado, obtuvo muchos logros, entre los que se cuenta el de propiciar la creencia de que el arte debía apoyarse en el conocimiento científico, idea que, de algún modo, condujo al nacimiento del cubismo (Picasso, Georges Braque) y del arte abstracto (Kandinsky, Piet Mondrian).
El inicio del neoimpresionismo o puntillismo puede datarse en 1883, cuando Georges Seurat, animado por la aceptación de dos de sus obras en el Salón de aquel año, realizó una extensa serie de dibujos y bocetos con motivo de la presentación de Un baño en Asnières (1883-1884, National Gallery, Londres) para el Salón de 1884. La obra, a pesar de que era una composición armoniosa realizada con suma minuciosidad, fue rechazada y presentada posteriormente en el primer Salón de Artistas Independientes.
Con Un baño en Asnières, Seurat pretendió compararse a los impresionistas, afrontando un tema bastante común entre ellos: el recreo al aire libre. Los efectos lumínicos, como el reflejo del cielo en el agua, son tratados con sumo detalle, y la importancia del volumen y sus contornos, así como lo premeditado de la composición, nos remiten a Piero della Francesca. Del mismo modo que Cézanne, Seurat tiende a la realización de elementos geométricos, aunque elegantemente estilizados. Su manera de realizar la pintura fue también totalmente diferente de la de los impresionistas: trabajó la escena en su estudio durante un largo período de tiempo, y utilizó tanto apuntes realizados en forma impresionista como dibujos cuidados y casi académicos para cada detalle del cuadro, incluyendo las ropas de los bañistas dejadas en el suelo. El resultado es una pintura de permanente y clásica calidad, en que cada línea, cada color, están calculados con precisión científica y donde no hay nada accidental.
En la octava y última exposición impresionista (1886), Seurat presentó, con gran éxito, otra obra ambiciosa: Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte (1884-1886, Art Institute, Chicago). En la época en que Georges Seurat pintó este lienzo, las clases parisienses más respetables acudían las tardes de los domingos a la isla de la Grande Jatte, en el río Sena, para pasear. Tras muchas horas de observación y numerosos bocetos del lugar (se conocen sesenta estudios y bocetos de esta obra), Seurat inmortalizó uno de esos momentos.
Su esquema compositivo es más complejo que el de Un baño en Asnières, dada la necesidad de integrar armónicamente cuarenta personajes en un amplio paisaje. En esta obra monumental, el pintor radicalizó su propuesta al contraponer un espacio escalonado frente al esquema bidimensional de las figuras, cuyos perfiles están nítidamente delimitados. En la obra aparece algún elemento simbólico, como el mono del primer plano que, a pesar de ser una mascota corriente en la época, tradicionalmente se ha presentado como la personificación del erotismo. La tela ejercería una gran influencia en algunos artistas coetáneos suyos, como el holandés Vincent Van Gogh.
En La parada (1888, Metropolitan Museum, Nueva York), Seurat representó un espacio nocturno iluminado por luz de gas, bajo una atmósfera densa y tenebrosa. En esta ocasión las formas geométricas deshumanizan a los personajes, dotándolos de cierta rigidez arcaizante. En general, su obra se caracteriza por sus figuras hieráticas que nos recuerdan, en cierto modo, la escultura egipcia y a Piero della Francesca. Sus cuadros son un claro rechazo de la pintura de carácter "romántico" cultivada por Manet, y su obra estableció las premisas de lo que más tarde sería el fauvismo y el cubismo.
Obras:
Un baño en Asnières
Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte
La parada
Bibliografia:
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